Día a día, esta es nuestra experiencia en el festival pago más importante de Colombia. 
DÍA 1
Extendimos nuestro mantel y preparamos las viandas para gozar del
picnic musical que más nos gusta.
Pirotecnia, en sentido literal y figurado, fue lo que se vivió durante la primera jornada del festival pago más importante de Colombia. Mitú y Pedrina y Río armaron la banda sonora de una tarde bogotana bastante soleada. Al caer la noche, grandes nombres como Foster The People y The Kooks fueron calentando al público y, al final, Jack White y Skrillex superaron las expectativas y pusieron a saltar a sus seguidores. Pero nada es perfecto: el exceso de vendedores y posicionamiento de productos saturó a algunos, mientras que la salida resultó más caótica de lo normal por motivos que superan a la logística del evento (ya sabemos que la ciudad está pasando por un mal momento con los taxistas).
DÍA 2
La fiesta siguió con mucho beat electrónico; esta vez, con más asistentes que el primer día. Lo mejor: Kasabian y Alt-J. Lo más emocionante: Kings Of Leon y Rudimental. Jalón de orejas para el público que poco o nada le prestó atención a los artistas nacionales como Herencia de Timbiquí y Puerto Candelaria que son, de lejos, dos de los mejores proyectos musicales del país.
DÍA 3
La pirotecnia repitió para cerrar la celebración. Lo bueno: Calamaro, la Mala Rodríguez y Systema Solar y su sabor verbenéutico. Lo malo: de verdad, amiguitos, Colombia requiere de asistentes que conozcan la música para que sus artistas sean más que el relleno de un buen festival. Y, en serio, organizadores, hay que contemplar el acceso y la salida para el público masivo (¿de cuántos miles de personas estamos hablando?). Pero, en últimas, la fiesta rompió límites y nos dejó muy contentos. ¡Gracias!
