Cinco sutiles efectos del desempleo

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Un grito bajito ante el aumento de las tasas y la disminución de los ingresos. Un lamento boliviano en medio de la precariedad laboral. Un desahogo con la tranquilidad del desesperado. Todo eso nos comparte Jhonny R. Quintero en estas líneas sobre los sinsabores de trabajar y de no trabajar.

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Desde los primeros homínidos la angustia más grande de existir consiste en conseguir para pagar arriendo y comida; tener un cambuche donde meter la cabeza y algo para el estómago es lo que nos mueve como especie. Y ese, también, sería un sumario de lo que es ser colombiano. Somos los miembros de un país que ha hecho del trabajo el valor último y supremo de la existencia. Cuando eso falta, el trabajo, el mundo comienza a quebrarse: ¿con qué voy a pagar el laberinto habitado por ese monstruo económico y mental que es no tener empleo? Veamos una serie de indignidades para salir de ese limbo de zozobra y cuentas en rojo:

1. LinkedIn: donde las almas libres van a morir
La red social corporativa por excelencia nos recibe como un club. Tú eres el producto, eres tu hoja de vida. Buscas la forma de que los 50 contratos de prestación de servicio que has tenido en doce años de carrera tengan algo de forma y dignidad. Compartes cada pequeño “logro” laboral, cada aptitud a la espera de que tus contactos lo “recomienden”.

2. "Networking"
El “Hola, perdida” del mundo laboral. Hazte a la idea de que vas a tener que escribirles a tus ex compañeros, ex jefes y/o ex contratantes. Tendrás que reaparecer sin que se note que es por interés. Pero es eso o no tener lo del mercado. Aquí puedes aprovechar un recuerdo compartido, por pequeño que sea, un “hoy vi algo que me recordó…”, el embarazo de una ex compañera o la muerte de un excompañero. Entonces les escribes. Incluso, vas a enviar varios mensajes internos a gente en redes sociales que no conoces, con la cara roja que ellos, por suerte, no pueden ver. “Listo, voy a estar pendiente”, es el eco que se repite. A veces se logran cosas. No pierdas la esperanza.

3. “No estoy desempleado, soy freelance ocasional”
Mientras encuentras ese contrato ideal (con todas las prestaciones, primas, vacaciones, en un lugar donde no te exploten, y remoto), no te conformas con decir que estás buscando, en cambio te asumes como freelance temporal y vas aceptando cualquier trabajillo que te ayude a pagar el arriendo y la seguridad social que, aunque no tengas empleo, debes pagar. Te vas a acostumbrar al cuentacobrismo y la incertidumbre de no saber si vas a levantarte la misma cantidad de trabajo cada mes. Mandas cotizaciones, no todas las responden y hay otras que te pierdes porque pediste mucho. Alza la cara, no bajes tu precio. Así es el mercado.

4. Eldesempleo.com
Ya tienes cuenta en Computrabajo, Elempleo, el servicio público del Sena, y cuanta otra página de empleo hay. Mandas hojas de vida a correos que dicen “no reply”. Diría que de cada diez hojas de vida enviadas, ocho veces nunca te van a responder si la recibieron, si la leyeron, si los de Recursos Inhumanos se burlaron de tu perfil, si les pareciste sobrecalificado. Nada. Ni siquiera la dignidad del rechazo. Son botellas con una carta que se tiran al mar. Uno le echa la bendición y la manda esperando que encuentren un destinatario que la valore.

5. “Hola, inseguridad, mi vieja amiga”
Si querías poner a prueba tu autoestima, el desempleo es lo que estabas buscando. Luego de postularte a varias convocatorias, mandar cotizaciones, y ver que gente menos preparada que tú triunfa y lo comparte en LinkedIn (red en la que nunca has querido estar), no hay autoestima que aguante. Comenzarás a sentir que no eres ni siquiera lo suficientemente funcional para subsistir, para lo que han hecho los humanos por milenios, sobrevivir. Ves horas de vídeos en YouTube sobre cómo hacer tu hoja de vida más atractiva. Actualizas tu portafolio. ¿Qué he hecho con mi vida? No desfallezcas, hermano desempleado.

A veces tienes pesadillas con tener que escribirle a tu hermano, a tu amiga, a tu papá o mamá, que era mentira, que no estabas bien y que necesitas pedirles un favor. Y si eso pasa, amiga y amigo desempleado, no es lo peor que te puede pasar. Ánimo. 

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